Ahora mismo el mundo en el que estamos viviendo es muy diferente del que teníamos hace tan solo unos meses. Esto nos ha hecho darnos cuenta de que todo puede cambiar en un momento.
Estos días de confinamiento estamos viendo a la muerte entrar en nuestras casas en forma de cifras, de imágenes, de amigos o familiares fallecidos por culpa de la pandemia. Nos hemos vuelto más empáticos, más sensibles con el esfuerzo impagable de médicos y enfermeras, con el sufrimiento de aquellos que han perdido a un ser querido y ni siquiera pueden despedirse de él... Hay miles de personas que se han quedados sin trabajo, que no tienen ni para dar de comer a sus hijos. Y todo esto está pasando aquí, no solo en países lejanos, sino también en nuestro propio país, en nuestras ciudades, en nuestros pueblos… mientras permanecemos encerrados en nuestras casas sin poder salir.
Estos días de confinamiento estamos viendo a la muerte entrar en nuestras casas en forma de cifras, de imágenes, de amigos o familiares fallecidos por culpa de la pandemia. Nos hemos vuelto más empáticos, más sensibles con el esfuerzo impagable de médicos y enfermeras, con el sufrimiento de aquellos que han perdido a un ser querido y ni siquiera pueden despedirse de él... Hay miles de personas que se han quedados sin trabajo, que no tienen ni para dar de comer a sus hijos. Y todo esto está pasando aquí, no solo en países lejanos, sino también en nuestro propio país, en nuestras ciudades, en nuestros pueblos… mientras permanecemos encerrados en nuestras casas sin poder salir.
Da que pensar
Parques vacíos |
Pero a pesar de todas las cosas malas
que nos están pasando, también hay muchas cosas positivas. Me sorprende
gratamente ver cómo vecinos que antes ni se conocían, salen ahora a los
balcones y a las ventanas para aplaudir juntos cada día en un acto de apoyo a
todos aquellos que están arriesgando su vida por cuidar de nosotros ¡No es
maravilloso!
Hay empresarios que están
moviendo sus recursos para conseguir dinero para proveernos del material
necesario para los hospitales. Incluso hay empresarios que han cambiado su
producción para fabricar mascarillas o respiradores. ¡No es maravilloso!
Hay voluntarios que llevan comida
a los que no la tienen, que le hacen la compra a los que no pueden salir a la
calle. Hay gente que se encierra en las residencias con los ancianos para poder
cuidarles. ¡No es maravilloso!
Somos seres sensibles capaces de
los mejores actos. Lo que estamos viendo estos días lo demuestra.
Cuando se termine todo esto
¿volveremos a nuestra rutina de siempre? ¿Pasaremos junto a nuestros vecinos
sin una sonrisa, sin apenas saludarles? ¿Dejaremos que los sanitarios y los
médicos trabajen con cada vez peores recursos? ¿Seguiremos permitiendo que se reduzca el dinero destinado a la investigación? ¿Volverán
las empresas a ocuparse solamente de sus beneficios? ¿Nos quedaremos impasibles
ante las personas que han perdido su trabajo o ante aquellos que no tienen ni
para dar de comer a sus hijos? ¿Volveremos a estar tan ciegos, sordos y mudos
como antes? Espero que no. Espero que todo por lo que estamos pasando estos
días sirva por lo menos para que reflexionemos sobre cómo deseamos que sea
nuestro mundo a partir de ahora.